“Hablábamos todas las noches por Skype; no importaba la hora o dónde estuviéramos, siempre encontrábamos la manera de hacerlo. Y nos gustaba escuchar las mismas canciones cuando íbamos camino a la oficina, y los fines de semana veíamos películas ‘juntos’. Claro que lo extrañaba, pero era la única manera de sentirlo cerca, aun cuando nos separaban kilómetros”, asegura Diana, una periodista colombiana que mantuvo una relación en la lejanía con su novio durante dos años. 

Él vivía en Los Ángeles con su familia, pero había aprendido español por influencia de su madre, que era colombiana, y Diana lo conoció en una visita corta que él hizo al país. “Fue amor a primera vista. Y aunque solo estuvimos juntos un mes, fue muy intenso. Al principio me costó mucho acostumbrarme a su ausencia, no podía evitar sentirme triste por no poder salir a caminar, a cenar, ir al cine juntos, pero entendí que era muy fácil hablar. Nos escuchábamos y siempre teníamos cosas para contar... Era sorprendente cuánto tiempo podíamos estar al otro lado del teléfono o del computador sin cansarnos”, indica Diana.

Durante los dos años que estuvieron separados hicieron planes, y aunque muchos –incluyendo a su madre– no creían que llegaran a materializarlos, lo hicieron. “Ahora estoy con él, vivimos en California y nos vamos a casar en tres meses. Creo que si no hubiéramos tenido este tipo de relación, no gozaríamos de la estabilidad que hoy tenemos”, concluye.

Diana y su novio forman parte de un grupo de parejas que aprendieron a mantener su amor en la distancia sin dejarlo morir en el intento. Y es precisamente a esta población a la que se refiere un reciente estudio publicado en la revista Journal of Communication y elaborado en conjunto por las universidades de Hong Kong y Cornell (Estados Unidos), que pone en duda la creencia de que ‘amor de lejos, felices los cuatro’.  Según la investigación, estas relaciones pueden ser incluso más exitosas que las convencionales. Los científicos estudiaron diferentes tipos de relación (su grado de intimidad, la manera en que se comunican, entre otros factores) y encontraron que en las parejas a distancia había un grado mayor de intimidad. “Te esfuerzas más por conocer al otro e idealizas sus conductas al no tenerlo cerca”, explican los autores.  

Que la distancia no agote el amor
  La doctora Liliana Zambrano, psicóloga especialista en PNL, asegura: “En este punto es fundamental jugar con la creatividad, por ejemplo, aprovechar los medios de comunicación: Facetime, Skype, videollamadas y todas las herramientas que la tecnología ofrece para acercarnos a las personas, pero la clave está en programar nuestra mente para que entienda que no estamos hablando con un equipo, sino con el ser amado, y que este acto no solo es físico sensorial, también es espiritual, mental y emocional”. 

    ¿Cuál es el reto más grande? 
  Para esta especialista, es mantener vigentes y vivos los recuerdos para que nos ayuden a manejar un comportamiento ético y de respeto por las promesas de lealtad que hicimos. “Por medio de la PNL podemos entender lo que sentimos al separarnos del ser amado y ver la situación como un aprendizaje para encontrar manera creativas de estar juntos, no físicamente”, indica. La clave está, por supuesto, en que ambas personas se encuentren en el mismo nivel de madurez, lealtad y compromiso.