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Tomada por: Thinkstock.El símbolo mundial del Halloween es una calabaza con ojos y boca, un objeto cuyo nombre original es Jack- o- Lanterns y viene de un mito irlandés, cuyo protagonista es Stingy Jack, que en español traduciría el ‘Mísero’Jack.
Según cuenta la leyenda, este hombre invitó al diablo a tomar unos tragos con él, pero al final no quiso pagar por su trago y convenció a su compañero de copas para que se convirtiera en una moneda y, con esta, pagaran sus bebidas. Llevado por su tacañería, Jack decidió quedarse con el dinero en su bolsillo, al lado de una cruz de plata que le impedía al demonio volver a su forma original. Después de un tiempo, Jack liberó al diablo bajo la condición de que no lo molestara durante un año y de que no reclamara su alma en caso de que muriera.
Al año siguiente, Jack volvió a engañar al diablo cuando le pidió que se subiera a un árbol a buscar un fruto. Mientras estaba arriba, Jack marcó el signo de la cruz en la corteza para que no se pudiera bajar hasta prometerle al tacaño que no lo iba a molestar durante diez años más.
Sin embargo, al poco tiempo, Jack murió y como Dios no iba a permitir una figura tan deshonrosa en el paraíso, el mísero se encaminó hacia el infierno. El diablo, molesto por la trampa de Jack y sin romper su promesa de no reclamar su alma, no dejó que entrara allí, pero lo echó en la noche oscura con sólo un carbón encendido para iluminar su rumbo. Jack lo puso en un nabo hueco y desde entonces ha estado dando vueltas en la tierra. Los irlandeses comenzaron a referirse a esta figura fantasmagórica como "Jack of the Lantern" y luego, simplemente, "Jack O'Lantern”.
En Irlanda las personas empezaron a poner estas linternas para ahuyentar a Jack y a otros espíritus malignos de sus casas, una tradición que migró a Estados Unidos donde encontraron que las calabazas se adaptaban perfectamente a este fin y, desde allí, se convirtieron en el símbolo del Halloween por excelencia.
Pero más allá de la popularidad que goza la calabaza por el Día de las Brujas, tal vez sus características como alimento han sido ignoradas durante siglos. Es de la familia de las curcubitáceas, a la que pertenecen también el pepino, el calabacín, el melón y la sandía y mientras unos dicen que viene del Asia Meridional, otros aseguran que viajó desde América hacia España, de donde se extendió por toda Europa.
La calabaza contiene 90 por ciento de agua y pocas calorías. Su color naranja brillante se lo debe al betacaroteno, un componente que recientes estudios científicos han dicho que ayuda a reducir el riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer y a proteger al organismo del proceso degenerativo que llega con la edad. Esta sustancia también se convierte en vitamina A en el cuerpo, que recibe todos los beneficios de este componente.
Sin embargo, la gastronomía actual da más importancia a otro tipo de verduras y no aprovecha
su llamativo color para ponerla en la dieta de los niños, quienes desde pequeños pueden beneficiarse de sus múltiples propiedades. La calabaza es diurética, fortalece el sistema inmunológico, las defensas y es laxante, entre otras características.
En Estados Unidos, los nativos secaban tiras y las tejían para hacer esteras o las asaban para comérselas. Allí, el pastel de calabaza es muy popular y nació cuando cortaron la parte superior de la calabaza, le sacaron las semillas y la rellenaron con leche, especias y miel. Dos recetas sencillas de preparar y muy popular son el puré de calabaza y la crema con queso róquefort.
¿Y el origen de la palabra?
Solamente el nombre de esta planta naranja en inglés, ‘pumpkin’, tiene una gran recorrido. Inicialmente fue bautizada del griego “pepon” que describe a un melón grande, para luego transformarse en la nasal “pompon” con los franceses y pasar a ser nombrada por el legendario autor Shakespeare como pumpion en la obra Las alegres comadres de Windsor.
Los colonos norteamericanos empezaron a llamarla pumpkin, palabra que se institucionalizó con historias como La leyenda del jinete sin cabeza (Sleepy Hollow) y con cuentos como el clásico de Cenicienta.
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