Taliana Vargas vuelve a estar en el radar por estos días. La exvireina universal, actriz, filántropa y católica acérrima; mujer guapa y esposa comprometida, acaba de presentar uno de los eventos más emotivos durante la visita del Papa Francisco a Colombia: El encuentro de los jóvenes con el Santo Padre en la Plaza de Bolívar en Bogotá.

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"Todo me ha pasado tan rápido en la vida, tenía 22 años y le abrí mi corazón a Dios. Durante muchos años lo dudé y después la vida me dio momentos que solo se explicaban por la gracia divina. Aprendí que no debe haber nada más importante que el ratito de oración para entender la misión que uno tiene en la vida", revela la samaria. Lejos de ser una diva, ella elude, cada vez que puede, esa palabra y prefiere hablar de su labor antes de sí misma. Con su sonrisa característica, poco maquillaje, ropa cómoda y fluida, fue guiando con sutileza el ojo del fotógrafo que aprovechó la cálida luz bogotana para mostrarse ‘al natural’. Esa astuta ‘actuación’ habla de pies a cabeza del tratamiento que le da a su labor, ya sea como modelo, presentadora o actriz: manejada al punto de parecer tan natural, pero a la vez tan planeada y pensada.  
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Fuiste elegida para estar al lado del Santo Padre. ¿Cómo asumiste este reconocimiento?
Como un regalo de Dios. Él vive en mi alma, tengo una fe real y la cultivo a diario, trato de ir a misa todos los días porque para mí esa hora de oración y de escuchar la Palabra me hace crecer como persona.

¿Cuándo empezaste a sentir esa necesidad tan fuerte de Dios?
Hace mucho, tenía 22 años y había alcanzado todo en la vida: una carrera, reconocimiento, pero algo me faltaba. Empecé a cercarme al Él y mi vida cambió en todo. Si no le dedicamos tiempo a buscar esa esencia desde la espiritualidad, desde el estilo de vida, desde la forma en que nos divertimos, como crecemos intelectualmente, como amamos, no vamos a salir de los parámetros que no son.

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Pese a tanto éxito... ¿Cómo no creerse el cuento de la fama?
Me siento muy privilegiada de que mi trabajo me haya llevado a sobrepasar mis límites desde muy chiquita. Es increíble que estuviera preparada para vivir un reinado de belleza a los 19 años y desde entonces todo ha sido así. Los retos en mi vida surgen, pero todos los puedo cumplir porque estoy concentrada en hacerlo bien, en cuidarme, en trabajar en mi alma. Cuido mi estilo de vida, mi esencia, no dejo que ni la estética del momento ni la moda perturben mi existencia y me parece que esa es la clave de todo. Soy Millennial, pero con 10 años de experiencia. Es increíble cómo algunos jóvenes pierden el tiempo en el trago y en la rumba y yo no hubiera podido lograr ni la mitad, si no me hubiera cuidado tanto.

¿Cómo vas con tu fundación 'Casa en el árbol'?
Hace cuatro años iniciamos y nos acabamos de ganar la primera licitación internacional. Apoyamos a 1200 niños de bajos recursos, ya hemos graduado a más de 300 madres en generación de ingresos por medio de la belleza. Hoy tenemos un club de apoyo de mujeres y vamos a arrancar con Ciudadanitos, proyecto que busca empoderar, por medio de las comunicaciones, a los niños que han crecido con nosotros y ya son adolescentes.

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¿Cuál ha sido el secreto para haber logrado tanto en un tiempo tan corto? 
Estoy muy bien rodeada. Tengo una gran junta directiva y el apoyo de mi esposo ha sido importantísimo. Él es mi todo, siento que duermo al lado de mi superhéroe y aunque él dice que yo soy la cabeza, tengo tanta admiración por él, que confieso es mi cabeza y para una mujer como yo, que ha sido independiente por tantos años, pensé que no iba a llegar el personaje que me complementara.

¿Cómo defines este amor?
Como lo mejor que me ha pasado en la vida. Encontrar un compañero de vida que no solo te ayude a ser una mejor persona, sino que trascienda y se convierta en mi modelo a seguir, me ha impulsado para que cada paso sea perfecto. Es bajado del cielo, ya van a ser dos años de mi matrimonio.

¿Cómo ha sido este tiempo?
Lo asumo como el regalo más grande que he recibido en la vida. Cuando me casé, para mí era muy importante hacerlo bajo el sacramento del matrimonio y con la bendición de Dios. Ese día, sentí cómo caía un regalo 

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