El ambiente que por estos días se respira gracias al verano es perfecto para recordar por qué hoy seguimos usando sandalias. Creadas por el hombre en respuesta a una necesidad básica, proteger los pies de los caminos pedregosos, las primeras sandalias fueron  hechas de paja trenzada y tienen más de 10 mil años de antigüedad.  Luego los faraones pasaron de la paja a las tiras de cuero y la pedrería, y las sandalias comenzaron a dar cuenta del tipo de persona que las usaba. Las primeras “joyas” para los pies fueron encontradas en la tumba del famoso Tutankamón y eran una verdadera belleza. La base era en cuero y llevaban piedras preciosas y oro.
 
La evolución de los zapatos va de la mano con la evolución de la civilización. En la antigüedad, cada pueblo usaba un tipo de sandalias diferente de acuerdo a su cultura. En Siria por ejemplo, las hacían de cuero hasta arriba del tobillo, estilo botín pero con los dedos del pie descubierto. Los moros cambiaron el diseño de éstas cuando crearon las babuchas, que tienen punta adelante y el talón se usa destapado. Latinoamérica, por su parte, le dio un sentido a las sandalias mucho más veraniego e informal, las nombró chanclas y se volvieron propias de los climas calientes. Uno de los grandes iconos de la moda actual son las Havaianas brasileñas que se han tomado el mundo entero.
 
Los griegos por su parte, aunque no fueron sus creadores, son los responsables del estilo más usado a través de todos los tiempos. En las calles de Atenas, el tipo de sandalias hablaba acerca del estatus social. Las mujeres las usaban bañadas en oro y los hombres exploraban en estilos, lo que hizo que la fabricación de las sandalias fuera un oficio respetable, es decir, los griegos le dieron prestigio a los zapateros. Después de Grecia las sandalias se convirtieron en un emblema personal. Algunos historiadores cuentan que en excavaciones hechas allí, encontraron un par de sandalias con una inscripción en la suela que decía “sígueme” hecha para que cada vez que su dueño diera un paso, la frase quedara grabada en el suelo. Los expertos coinciden con que dichas sandalias pertenecieron a una prostituta.
 
Siguiendo la línea de los griegos, la alta costura hizo de este estilo de zapatos un accesorio símbolo de elegancia y glamour. Los tacones le dieron el toque final a esta forma de llevarlos y el mundo del entretenimiento remató con excentricidades como las del diseñador Stuart Weitzman quien en el 2002 comenzó una tradición para los premios Oscar. Se trataba de diseñar un par de sandalias cada año hechas de diamantes, esmeraldas o rubíes, avaluadas en 1 millón de dólares cada una. Todos los años Weitzman escogía una “cenicienta” para que llevara sus creaciones al tapete rojo. Entre las escogidas estuvo Laura Elena Harring, protagonista de la película del director David Lynch, “Mullholand drive”.
 
Los diseños excéntricos para los zapatos cada vez son más extremos. El desaparecido Alexander Mc Queen, por ejemplo, presentó en 2009 su colección de zapatos “Allien”. La colección propone zapatos amorfos y tacones de 10 centímetros de alto. El par de zapatos era tan difícil de llevar que la modelo Abbey Lee Kershaw se cayó en la pasarela de primavera Rodarte en el 2009. El hecho la llevó a unirse con otras modelos para protestar en contra del desaparecido diseñador.
 
Si bien es cierto que las sandalias son un accesorio lujoso y no siempre cómodo, debemos recordar para qué fueron hechas a la hora de comprar un par. Así que el consejo es pensar en el clima en el que se van a usar y en la forma de los pies para que siempre estén libres y cómodos. Deja a tus pies respirar: ¡Ponte sandalias!