Mientras trabaja en las colecciones que presentará en septiembre, en México y Argentina, recuerda que su mayor temor al ganar Project Runway Latin America era que ese triunfo fuera el único de su carrera. Nunca quiso ir y tomó la decisión de arriesgarse porque entendió que en el mundo de la moda necesitaba validar su trabajo y porque la insistencia de su familia y amigos lo terminó de convencer, a pesar de que él siempre ha detestado este tipo de programas de televisión.

Nació en Manizales, vivió en Medellín y en Montreal, Canadá, antes de quedarse en Bogotá con el objetivo de crear arraigo a través de su trabajo en el mundo de la moda. “He ido y venido, he dormido en hoteles de quinta categoría compartiendo habitación con gente de todas partes del mundo y no le veo problema a eso”, cuenta Jorge, que actualmente tiene una vida sin mayores lujos.

Los ingresos económicos de su taller le alcanzan para vivir cómodamente, con eso le basta ahora porque ganar el programa le sirvió para que importantes marcas internacionales patrocinaran sus próximas pasarelas y no tuviera que preocuparse por la financiación de las colecciones más grandes que ha elaborado.

Jorge nunca estudió moda. De hecho, este hombre de 36 años completó sus estudios de fisioterapia y atendió a su último paciente hace tan solo cuatro años, cuando su taller Duquevelez ya tenía clientela.

Precisamente, le siguió la corriente a sus seres queridos presentándose al reality en búsqueda de lo que nunca estudió en la academia de diseño; quería estructurar sus ideas que confiesa siempre fueron un poco volátiles y difíciles de aterrizar.

Jorge es autodidacta desde su adolescencia y descubrió su gusto por las telas y las costuras mientras practicaba en la máquina de coser que alcanzó a rescatar en su casa materna, antes de que su tía la botara a la caneca. Para entender cómo se diseñaba la ropa les pedía ropa a sus amigos y allegados y la desbarataba. “Así entendí las dimensiones de los cortes, aprendí a sensibilizarme con la tela, con el corte y con las emociones que las prendas siempre transmiten”..

Sin embargo, no por mucho andar metido en su cuarto de telas y confección descuida lo fundamental en el mundo de la moda: la inspiración. Para eso se vuelca a las calles y se sienta a ver pasar gente. “Me gusta el voyerismo, me encanta ver todo, sensibilizarme con eso y, a partir de eso, me llegan las ideas”, dice.

A Jorge se le nota mundo, es descomplicado aunque su vestimenta impecable de pies a cabeza no muestre eso. “Quiero ver carros”, dice en medio de la charla, se sienta sin siquiera sacudirse el polvo de los ladrillos de las escaleras de la entrada de un edificio con vista a la calle, y para a satisfacer su capricho voyerista. En apenas unos minutos de conversación con él habla sobre libros y me cuenta de sus viajes mochileros. Uno puede adivinar que ha vivido intensamente, que tiene decenas de historias para contar de sus viajes, de su infancia, y que analiza profundamente el mundo en el que se desenvuelve. Las medias magenta que tiene puestas las compró en una tienda de ropa para sacerdotes y casi no se las venden.

Su polo a tierra es lo que él llama el “universo sutil” y se refiere al Dios amoroso que habita en cada persona, que explora a través de la literatura y de prácticas esotéricas como la lectura del tarot, pero no para hacer vaticinios, sino para encontrar la misión que cada uno tiene en la vida.

Por su contacto consigo mismo en la meditación cree que, además de la molestia que le causó tener una cámara al lado durante casi seis meses, la estadía en Proyect Runway no le produjo ningún cambio trascendental ni lo golpeó como a muchas de las personas que pasan por realities. “Eso sí, no lo vuelvo a hacer en la vida… o eso digo ahora”, dice.

¿Por qué una persona que se cultiva espiritual e intelectualmente está dedicado al mundo de las formas y de lo material? El manizalita se ríe y responde con total seguridad que él sabe perfectamente que su carrera se mueve en lo banal, pero que “los humanos no vinimos acá a sublimarnos, vinimos a vivir como humanos, en un mundo material. Solo unas pocas almas vinieron a trascender y yo no soy una de ellas”.

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