Cuando se habla de la decoración con tendencia rústica, de inmediato la imaginación se traslada a aquellos espacios antiguos, de iluminación tenue, vestidos con piezas curiosas y hasta heredadas, y dominados por elementos como la madera y la piedra. La razón es muy sencilla: durante décadas ha estado reservado para las casas de campo o rurales o las que preferiblemente se encuentran en tierras de clima frío.
Desde hace unos años se impuso con fuerza y se quedó en un lugar donde muchos no quieren destronarla. La tendencia étnica se convirtió en el pretexto más eficaz para que aquellas personas de mundo, viajeros frecuentes o amantes de las más acentuadas expresiones culturales le pudieran dar una funcionalidad a cada uno de los tótem, piezas milenarias, tapetes artesanales, instrumentos musicales de antaño, cuadros y hasta mantas de tejidos exclusivos -entre otras cosas- en la decoración de sus hogares.