Rendirse ante un sexi encuentro íntimo y dejarse seducir por el goce de la sexualidad es un juego en el que algunas veces dominamos y otras nos dejamos dominar. A veces queremos jugar un rol o experimentar el otro. Pero, ¿qué pasa cuando uno de los dos es incapaz de pensar en el placer de su pareja y se enfoca solo en su propio beneficio? Esta historia es más común de lo que creemos y según los sexólogos es una actitud más frecuente en los hombres que en las mujeres. ¿Por qué actúan así? Generalmente, estas personas sufren un trastorno de personalidad llamado narcisismo sexual, que, entre otras cosas, implica la necesidad de reconocimiento sobre su gran desempeño en la intimidad, sin importar si esto significa utilizar a su pareja en su favor; así lo asegura el psicólogo Mitja Back, investigador de la Universidad de Johannes Gutenberg de Alemania: “El narcisista sexual se vale de distintos medios para empequeñecer a su par, pues su propósito es sentirse superior, siempre”, indica.
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Y este proceso de sometimiento comprende dos etapas. En la primera (de la conquista), se muestran seductores y románticos. Se desviven con invitaciones y regalos para ganarse la confianza. Y en la segunda, se vuelven exigentes y solo buscan atender sus necesidades; nada más les importa.
Por su parte, la psicóloga Alejandra Quintero, asesora sexual y directora de El Diván Rojo, explica que se trata de un trastorno donde la persona se engrandece a sí misma y carece de empatía con otros. “Por lo tanto, se considera buen amante, se cree superior, se vanagloria de sus faenas sexuales y de la cantidad de amantes que ha tenido. Pero, al mismo tiempo, al explotar y utilizar a sus parejas para su satisfacción sexual, se convierte en un amante egoísta, aunque piense lo contrario”, asegura.
Como los síntomas de esta patología no saltan a la vista de forma inmediata, muchas veces es difícil reconocerlos. Te damos algunas pautas para que no caigas en sus garras.
Para Alejandra Quintero, estos comportamientos tan arraigados se ven reflejados en el futuro de la relación, desencadenando en el otro “falta de satisfacción sexual, el deseo de ser infiel, sentimiento de ser utilizada (o), discordias, violencia sexual y baja autoestima”, asevera.
Y con los años, el panorama no mejora, ya que el manejo de este padecimiento requiere consulta y terapia psicológica y sexual, pero un narcisista no asistirá nunca, porque ellos “consideran que no tienen ningún problema, que todo está bien, que se encuentran en perfectas condiciones psicológicas”, dice.
¿Qué hacer si nos topamos con uno de ellos? "Trabajar nuestra autoestima y procurar nuestra propia satisfacción sexual. Alejarnos de esta persona tóxica que no tiene la capacidad de valorarnos ni de satisfacernos", concluye Quintero.