‘Para todo mal, mezcal, y para todo bien… ¡también!’, así se brinda cuando entre cuates se toma este aguardiente mexicano. Es una bebida alcohólica que se obtiene por la fermentación y destilación de las cabezas de una planta llamada agave o popularmente ‘maguey’ que tiene una forma muy parecida al aloe. De esta misma planta sacan el tequila, solo que son agaves diferentes entre 120 clases que existen y esto cambia su sabor.
 
La palabra mezcal viene del náhuatl (lengua azteca) mexcalli, que significa 'pencas de maguey cocidas' como nos señaló Jorge Guajardo, el dueño de Jaral de Berrio que es el más antiguo productor de mezcal en América (desde el siglo XVIII). Mientras que el nombre tequila (o vino mezcal) proviene de la ciudad Tequila del estado de Jalisco.
 
¿Y el gusano? Bueno, esa es otra de las diferencias entre el mezcal y el tequila y es que solo el mezcal trae el gusano que viene en el agave espadín (exclusivo del mezcal), aunque no te confundas, no todos los mezcales vienen con la ‘lombriz de agave’.

"El mezcal no necesariamente tiene gusano (aunque sí lo permite la Norma Mezcal), y de hecho el gusano no aporta sabor ni calidad, pero tenemos que reconocer que hay algunos productos que no solo ponen uno o mas gusanos sino hasta un escorpión", aclaró Guajardo.

Es un mito urbano que el gusano contenga mucho alcohol y emborrache. Lo que en realidad pasa con este lepidóptero es que tiene muy concentrado el sabor ahumado del agave que caracteriza a ese tipo de bebida. La razón es que su añejamiento dura mínimo cinco años y máximo 20 años. Es más sabor a ahumado que alcohol.
 
Si quieres saber más sobre este clásico jalisqueño, el pasado diciembre se inauguró el 'Museo de Tequila y Mezcal' en Ciudad de México en el que se muestra la historia de este embriagante dúo mexicano.